sus cuentas me parecen el calvario
que en tu vida de penas recorriste.
Donde los dedos al rezar pusiste,
como quien reza a Dios ante el santuario,
en mis horas de enfermo solitario
voy poniendo los besos que me diste.
Sus cristales prismaticos y oscuros,
collar de cuentas, y de besos puros,
me forman al dormir, circulo bello.
Y de mi humilde lecho entre el abrigo
me parece que duermes tu conmigo
con los brazos, echados a mi cuello.
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