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sábado, 5 de junio de 2010

El amor y los medios de producción, Novelas de Amor



Angie se levantó de su cama y comenzó a danzar, mientras sus lágrimas recorrían su pecho, cada gota le suspiraba el recuerdo de un amor imposible.



Su cuello adornado por el llanto formaba lindos collares que entretejían su piel, el ritmo triste de su corazón la llevó lentamente al velo de color lila que envolvía su tierna silueta, sus pasos hicieron que desapareciera cubierta en el velo de una rosa.



Así la noche la ocultó tras una sonrisa. Al despertar las bellas notas musicales de una canción de rock hicieron que Angie mordiera sus labios y aferrara la almohada contra su pecho.



Se levantó y corrió de prisa a la ducha, allí dejó que el tiempo y el espacio vagaran, lo que nunca se fue de su lindo ser, fue la sonrisa angelical de la persona a la que amaba.



Cuando salió del baño movió su cabello el cual se agitaba al compás del ritmo de aquella batería compuesta en esa canción. Minuto tras minuto pasaba sin que ella supiera que vestido la haría lucir tan bella como siempre.



De repente sonó el teléfono, el cual se hallaba ubicado en la mesa de noche. El tiempo y el espacio volvieron a su trabajo, lo cual hizo que ella se abalanzara sobre su cama, y tomando la bocina en sus manos comenzó a temblar.



-Hola-, dijo una voz repetidas veces, la cual le dijo Angie -no olvides que el trabajo de literatura es para mañana, no lo vayas a olvidar, ¿me estas escuchando?- si, si te escucho -respondió Angie-, no me gusta que me hables en ese tono. Discúlpame tienes razón -le contestó Cristian-, simplemente me preocupa que no te acuerdes pues últimamente te he notado muy distraída. ¡Y que! -respondió ella-, ese no es tu problema. Esta bien no te enojes, nos vemos en la universidad.



Cuando Cristian estaba a punto de colgar el teléfono, ella le dijo -espera contéstame una pregunta ¿cual es tu color preferido?- A lo que él respondió -mi color preferido es el blanco ¿Por qué me lo preguntas?- Ella le dijo, -no por nada, simplemente estaba leyendo una revista en la que decían que según los colores que le gustaran a una persona, se podía determinar su personalidad-.



Cristian burlándose le contestó -Angie no creas en las cosas que dicen los psicólogos, siempre se la pasan inventando cosas que no poseen ningún sentido-. Al ver que no podía retrasar más Cristian le dijo: si, quizás tienes razón, nos vemos en la universidad, cuídate.



Cuando ambos colgaron la bocina del teléfono cayeron nuevamente en sus realidades.



Wilmer, uno de los amigos de Cristian, le dijo ¿cómo vas a conseguir el dinero para tu transporte? Pues acabaste con las pocas monedas que tenías, y todo por ponerte hablar con una niña que todo lo tiene al alcance de sus manos. -No lo se Wilmer en todo caso conseguí lo que quería, pude escuchar su linda voz-. No seas tan estúpido -replicó Wilmer- y con esta expresión se marchó.



Veinte minutos después de aquella conversación, Angie se miró al espejo y quedó pasmada ante el precioso resplandor de su vestido blanco.



De esta manera se apresuró a bajar por el ascensor. Cuando llegó al parqueadero, abrió la puerta de su automóvil y suspirando se dijo a si misma -espero que hoy, el indiferente de Cristian me deje amarlo- y tras quemar las llantas del carro contra el pavimento se marchó, dejando tras de si la ilusión de vivir un verdadero amor.



Al llegar a la universidad le preguntó a una de amigas si Cristian ya había llegado, la cual le contestó -la verdad no lo se, ¿por qué te preocupas por ese pobretón?-. Si tienes razón -dijo Angie- lo cual la hizo sentir la mujer más hipócrita de la Tierra. Pero la sociedad tiene sus propios paragdimas y aun las mujeres mas bellas las cuales se envuelven en el majestuoso velo de una flor, sienten el peso de los prejuicios sociales.













Angie se hallaba mirando por la ventana del salón de clases, cuando de repente apareció un joven que portaba un vestido muy sencillo, su rostro estaba bañado en sudor y su cuerpo se notaba agotado, al parecer había corrido por horas.



El corazón de la linda flor comenzó a palpitar, el pudor maravilloso que poseen los jóvenes se manifestó en aquella hora.



En el transcurso de la cátedra, Angie con bastante disimulo miraba el rostro de Cristian. Lo que más la enamoraba de Cristian eran sus largos discursos cargados de elocuencia, poesía, realidad, bondad y sencillez, pues los jóvenes de su sociedad a la que denominaban integral no se expresaban de una manera tan sincera.



Al terminar la clase Angie le dijo a sus amigas que no se podía quedar, ya que tenía algunos compromisos familiares. Entonces salió rápido en su automóvil con el fin de encontrar a su amor platónico, como ella sabía en que lugar esperaba Cristian el autobús se parqueó a esperarlo.



Su ansiedad era grande. No se podía controlar, cada minuto parecía una eternidad, hasta que al fin apareció Cristian, el cual cruzó la calle sin darse cuenta que Angie lo estaba observando. Como el autobús no pasaba, ella aprovechó para pasar por su lado. Cuando él la vio aparentó no haberla visto, pero ella lo llamó, -Cristian ¿para donde vas?- El contestó, -para mi casa-.



Tengo que terminar mi parte del trabajo de literatura, y a propósito ¿cómo vas tú con tu parte? -La verdad estoy atrasada y aparte de eso hay cosas que no entiendo muy bien-.



Cuando Cristian escuchó aquella confesión se dio cuenta que esa era la oportunidad apropiada para poder hablar con Angie.



Entonces le dijo -si quieres te puedo explicar-. A lo que ella contestó, -gracias Cristian, entonces súbete. Cuando Cristian se subió al automóvil iniciaron una conversación netamente académica, aunque en lo profundo de sus almas deseaban declararse lo que sentían el uno por el otro.



Deseaban tomarse las manos y vivir una tarde única en la que el tiempo es tan corto y las cosas que se quieren decir son tantas, que cada minuto por eterno o maravilloso que parezca se desvanece. Lo único que queda es el placer y la adrenalina de un momento, de una noche o una tarde en la que el amor se vuelve protagonista.



A pesar del tiempo que tuvieron en el trayecto a la casa de Angie no se desviaron del tema.



Cuando llegaron a la casa de ella, Cristian quedo asombrado ante el imperio que representaba la casa de Angie, pues el siempre había vivido en un barrio marginal, donde la pobreza y la necesidad son la primera herramienta a la que se puede acceder.



Cada cosa que veía en la casa de Angie le hacía desconocerla por completo, el nunca se imaginó que los padres de ella tuvieran tantas riquezas.



Cuando ella lo introdujo en su casa, no se si por desgracia o por fortuna de Cristian, el padre de Angie se encontraba buscando algunos documentos.



Cuando aquel político bajó a recibir a su hija, se quedó desconcertado al ver la ropa de Cristian y se dio cuenta que era pobre. Lo cual trató de disimular con su hija, pero cuando abrazó a Angie, lo miró con desprecio y en su corazón dijo -Porque mi hija trata con miserables como estos-. Sin embargo, se marchó a cerrar un negocio que para el representaba una ganancia cuantiosa, ya que él confiaba en su hija, la cual a sus veinticuatro años era una mujer muy madura.



Minutos después se encontraban formando la estructura literaria que debían sustentar en un análisis sociológico, cuando todo quedó en silencio. Angie y Cristian se estaban mirando mutuamente, los ojos de ellos parecían estrellas resplandecientes, no dejaban de contemplarse, sus labios cambiaron de color, la ternura los envolvió aquella tarde.



Y así fue como se declararon todo lo que sentían, pues en el transcurso de cuatro semestres nunca antes se habían dicho nada. Así comenzaron a vivir un intenso amor, el cual mantuvieron oculto por mucho tiempo.















Con los días Cristian comenzó a enamorarse tanto de Angie, que llegó a quererla y amarla con todo su corazón.



Por esta razón, una tarde luminosa en la que las aves de los cielos componían bellos poemas con sus dulces susurros, Cristian abrazó fuertemente a su amada y se quedó en silencio.



Ella con lágrimas en sus ojos suspiro y le dijo: Cristian me estas diciendo adiós, lo puedo sentir en mi ser, ¿Por qué? No puedo creer que después de tantas cosas que hemos vivido juntos me hagas esto, ¿Por qué? Y dándole dos golpes muy leves en el pecho se sentó en el césped y se puso a llorar amargamente.



El se agachó y cogiendo el rostro de su bello ángel le dijo: mírame. Cuando ella lo miró con nostalgia, la miró fijamente a los ojos y le expresó lo siguiente: corazón, no se trata de otra mujer, mírame, soy un pobre diablo, ¿que te puedo ofrecer? Mi carrera la estudié por amor y de ella voy a vivir, tú amas esta carrera, pero no necesitas vivir de ella. No quiero que por amor vivas una vida indigna al lado mío. No deseo para ti la pobreza, no deseo que nuestros hijos el día de mañana sufran, a causa de que sus sueños se frustren, por falta de los medios económicos.



Amor mío, tu sabes que en este país viven cómodamente aquellos que tienen los medios de producción, los cuales compran siempre la fuerza de trabajo de los obreros.



No deseo que veas a tus hijos en un futuro condenados a ser obreros, a pasar las necesidades y angustias por las que pasamos los pobres. Tú eres hija de un político, aprovecha tu condición. Tú misma me has contado que unas cuantas familias de este país se quedan con la riqueza en sus manos y que por esta razón sus hijos nacen privilegiados por el poder económico. Los cuales nunca serán obreros, pues ellos nacen destinados a gobernar y a desangrar el país al igual que sus padres.



Mi amor por favor, quédate con tu familia y no contiendas con ellos. Créeme, quieren lo mejor para ti, y al lado mío no lo vas a tener, de amor no se vive, la pobreza acaba con el amor.



Después de haberle dicho esto, ella entró en razón y comprendió que él le hablaba con la verdad, porque la amaba.



Entonces ella lo abrazó y le dijo -hagamos un pacto, ¿si consigues los medios de producción me buscarás?- El con una sonrisa le dijo: no lo dudes corazón, siempre pensaré en ti.



Así se marchó Cristian aquel día. Pasaron tres años en los cuales Cristian se esforzó día a día por llegar a ser un gran literato, como consecuencia del amor que Cristian sentía por Angie y por la literatura. Creó la mayor obra de amor que jamás se halla podido conocer, la cual hizo que este literato alcanzara la fama.



Se vendieron millones de ejemplares de esta obra, lo cual hizo que en poco tiempo Cristian llegara a ser un hombre millonario.



El día de la ceremonia en la que le entregarían el Nóbel, recibió el mejor regalo de todos los posibles en la Tierra, pues Angie fue quien le entregó el Nóbel, ya que por las influencias de su padre a ella se le facilitó. El tomó este gran honor en sus manos y, sin mirarlo, lo puso a un lado y en medio de una sonrisa abrazó a su bello ángel. Y mirándola fijamente, la besó con ternura.



Con el pasar de los días, Angie y su misericordioso corazón le expresaron a Cristian que sería maravilloso crear una fundación con el fin de patrocinar a los talentos en filosofía y literatura para engrandecer el nombre de Colombia. Cosa que los dos llevaron a cabo.



En ese transcurso de tiempo su preciosa flor quedó embarazada, pero a causa de un golpe en el estomago de Angie, perdió a su bebe. Fue un tremendo golpe para sus vidas, una experiencia amarga, que pronto se borró con el nacimiento de ángel. Pasados algunos años, el niño comenzó a crecer.



Y una noche estando Angie y su hijo en brazos de Cristian, el niño le dijo -papi léeme un cuento-, entonces su padre se levantó y desapareció en medio del velo de una tierna rosa, al volver trajo consigo la mas bella historia de amor.



El cuento se titulaba, “El amor y los medios de producción”. El cual comienza así…



Fin.





José Orlando Melo Naranjo

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