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sábado, 5 de junio de 2010

Romeo y Julieta Versión , Novelas de Amor



Cap. 1- Julieta

Pip-Pip-Pip...



Mi maldito Móvil. Debería haberlo parado...

Mentira, no debería, es Romeo, tan puntual como siempre, recién tocadas las 9:30 en mi despertador él me llama. ¿Tenemos la misma hora exacta? Si no le conociera diría que es extraño.



-¿Diga?

-Julieta.

Era una afirmación, como no... ¿Quién más contestaría?
-Romeo

No puedo evitar que se note un deje de alegría en mi voz, ¿Soy demasiado obvia?

-¿Te desperté?

-Algo, pero esperaba tu llamado, tan puntual como siempre.

-Tu despertador personal, no te quejarás...

-No lo hago...



Cada vez me sorprendía más la amistad que podía haber entre nosotros. Sí, el me gustaba, pero creo que no había tenido tanta confianza con nadie nunca, ni con mi nana y mujer que me crió.

-¿Nos vamos a ver hoy?

La pregunta que me hacia cada día, aun y a sabiendas de la respuesta.

-Claro, como no. ¿En el “café” de siempre?

-Y después una caminata por la playa.



-¿Te hace un paseo en barco?

-¿El de tus padres?

De nuevo el tema de mis padres. No entendía como estando en el siglo en el que estábamos, nuestros padres podían seguir igual que si estuviéramos unos siglos atrás. Que si es enemigo de la familia... Que si no le puedes ver...



-No, bueno si... El que me regaló...

-El soborno...

Siempre que aparecían mis padres o los suyos en la conversación, el ambiente se ponía tenso y las conversaciones se volvían incomodas.

-Romeo, sabes que no te cambiaria por un barco...

-Lo sé, pero me duele que no puedan vernos juntos por culpa de nuestros padres...



-Hemos aguantado hasta ahora. No han logrado separarnos y no lo lograrán.

-OK. ¿Entonces...?

-¡En el “café” de siempre! ¿En una hora?

-Julieta, ¿Tanto tardas en arreglarte?

-No pero me acabas de despertar y tengo que arreglarme, comer algo, y trasladarme... pero ya sabes, siempre quedamos a la misma hora los sábados.

-OK, OK, nos vemos en la tierra de nadie hermosa

-Adiós Romeo, hasta luego...

-Hasta luego.

-Te quiero...



Suerte que ya ha colgado, como se me ocurre decir algo así... ¿No me doy cuenta que lo puedo estropear todo? Voy a cambiarme y a convencer a pedir permiso para salir...





Cap. 1- Romeo



Las 9:25... Ah... odiosos 5 minutos, se hacen eternos... Ojalá me dejara despertarle mas temprano. Había sincronizado mi reloj con el suyo la última vez que sus padres viajaron... Y ahora me arrepentía de no poder decir que mi reloj iba unos minutos avanzados, si intentaba mentirle me descubriría y quedaría como un maleducado... Las 9:27... Vamos, maldito reloj... Sólo 3 minutos Romeo, resiste... Tú puedes, son solo unos minutos... Y podrás llamarle. Solo unos minutos... ¡9:30! Al fin puedo llamarle.



Responde Julieta responde...

--¿Diga?

-Julieta.

Al fin... que ganas tenía de hablar con ella. ¿Se debe notar que me gusta?

-Romeo

Se alegra de hablar conmigo, como no. Quizás la desperté, espero que no se enfade.



-¿Te desperté?

-Algo, pero esperaba tu llamado, tan puntual como siempre.

Jeje, se me nota...

-Tu despertador personal, no te quejarás...

-No lo hago...

Me encanta que se alegre de oírme.

-¿Nos vamos a ver hoy?

Espero que me diga que sí.

-Claro, como no. ¿En el “café” de siempre?

-Y después una caminata por la playa.

-¿Te hace un paseo en barco?

Oh, no, el barco... ¿Será el de sus padres? Oh, odio la enemistad entre los Capuleto y los Monteso, odio que mis padres y los suyos no se puedan ver, odio que nos prohíban vernos...



-¿El de tus padres?

-No, bueno si... El que me regaló...

-El soborno...

Oh, el barco que le regalaron para que me dejara, directa o indirectamente ambos sabíamos que me lo había regalado por eso.

-Romeo, sabes que no te cambiaria por un barco...

-Lo sé, pero me duele que no puedan vernos juntos por culpa de nuestros padres...

-Hemos aguantado hasta ahora. No han logrado separarnos y no lo lograrán.

-OK. ¿Entonces...?

-¡En el “café” de siempre! ¿En una hora?

Rn una hora... ¡Cómo se tarda en arreglar!

-Julieta, ¿Tanto tardas en arreglarte?

-No pero me acabas de despertar y tengo que arreglarme, comer algo, y trasladarme... Pero ya sabes, siempre quedamos a la misma hora los sábados.

¿Tan obvio era que moría por verle?

-OK, OK, nos vemos en la tierra de nadie hermosa

Wow, eso se me escapó...

-Adiós Romeo, hasta luego...

-Hasta luego.

Cuelgo rápidamente. Maldito sea, como puede haber dicho eso. Me cambio rápido y me voy en 10 minutos.





Cap. 2- Julieta



“Zona cero, La tierra de nadie”

Es increíble como las constantes peleas entre Capuletos y Montescos interfieren en la vida social de Verona. Aunque parezca increíble, los niños crecen sabiendo de qué lado están, con el futuro igual de marcado que en la edad media. Solo aquí, en la tierra de nadie, los dos bandos de la ciudad, todos los que están en contra de esta enemistad, pueden convivir como amigos.



Sin embargo, la palabra café no es la que mejor lo definía. Es solo la tapadera. La zona cero es una mezcla entre un bar, una discoteca, una bolera... todo aquello que no podemos hacer juntos normalmente, lo encontramos aquí dentro.



Mauro, el amigo de Romeo está en la puerta esperando a alguien. Cuando me acerco a él, me mira sonriente.

-Hola Julieta.

-Hola Mauro, ¿has visto a Romeo?

-Romeo, Romeo... Ya sé que se quieren mucho, pero... ¿No podrías saludar bien antes?

Me paro y le doy dos besos.

-Adelante signorina Julieta, su Romeo le espera dentro.



Me adentro en la zona de bar. Miro a mí alrededor. Romeo está sentado en la barra, esperando. La camarera nueva no le quita los ojos de encima. Justo cuando mi reloj marca las 10:30, Romeo se gira y se levanta de la barra.



No me ve. Ahora sí. Ya camina hacia mí. Respira Julieta, respira.



-¡Julieta!

-Romeo...

Se acerca a mí y me abraza. Me retiro un poquito de su cuerpo y la roza sus labios con los míos. Desde niños nos saludamos así. Si somos algo más que amigos, no tiene nombre lo que somos. Recuerdo que cuando mi prima me trajo aquí tenia solo 7 años y Romeo fue el primer Montesco con el que me encontré. Mi prima salía con el chico que le había llevado a él, y como ninguno de los dos se sabía el protocolo existente, les imitamos.



En aquel momento todos se quedaron flipando, pero desde entonces siempre nos saludamos igual, un suave roce de labios, que no llega a beso, y un fuerte abrazo.



Pone su mano alrededor de mi cintura y me dirige a la barra. Hace mucho que nos conocemos, y cada ve que me toca siento un cosquilleo en mi interior.



Cuando llegamos a la barra, la camarera me mira celosa. No me extraña, después de todo, Romeo es hermoso, bello. Hoy lleva una camiseta negra arrapada, marcando un poco su recién aparecida musculatura, y unos pantalones también negros. Su pelo rizado y corto destacaba con sus ojos. Sus ojos eran lo que más me gustaba de él. Eran verdes ahora, pero cambiaban según la temperatura a un verde mucho más oscuro o a veces a marrón.



La camarera se acercó a nosotros, o mejor dicho a Romeo y él le saludo con un movimiento de cabeza indiferente.



-Tomaremos una cerveza y... Ahora me mira a mí. Despistada y perdida en sus ojos, respondo en voz baja.

-Agua...

Se dirige de nuevo a la camarera, que sigue mirándole a él, con algunas miradas impertinentes hacia mí.

-Y una botellita de agua.



La camarera se aleja de nosotros, y Romeo me suelta de la cintura para tomar mi mano y depositar en ella una moneda.

-¿Me invitas a una partida al futbolín?

Siempre hace lo mismo, aunque debería invitarle yo porque siempre pierdo, nunca me deja pagar nada a mí.



La camarera nos da la cerveza y la botellita de agua y antes de que tenga tiempo de pagar, ya ha pagado él. Con las bebidas en una mano, y la otra en mi cintura, me dirige tranquilamente a nuestro futbolín preferido, que queda un poco alejado del ruido.









Cap. 2



Para variar, he llagado demasiado temprano. Aún no hay mucha gente. En la barra, una camarera nueva me mira, sin disimular. No me gusta que me mire. Sonaré maniático, pero no me da buena espina.



-¡Romeo! ¿Te hace un billar?

Es Mauro, uno de mis mejores amigos. Queda media hora para que llegue Julieta, así que tengo tiempo de un billar al menos.



-¡Gané!

Es a la primera vez que gano a Mauro por una ventaja clara.



Oh, no. En 10 minutos llegará Julieta.



-Mauro, voy a la barra que enseguida llegará Julieta...

-Claro como no cuando estáis juntos os olvidáis fácilmente de los demás.

-No es eso, solo...

-Tío, es broma, yo he quedado, así que no hay problema.

-OK, si llega Julieta le dices que le espero.

-Sí, yo voy a esperar a la puerta a mi cita



En la barra, la camarera se me acerca provocativa, y empieza a hablar. La verdad, no me importa mucho. Mi reloj sigue contando los segundos que quedas porque pueda ponerme a buscar a Julieta por la zona como un desesperado si no la encuentro al minuto. 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, 1... 0



Me giro. Detrás de mí Julieta me mira tranquilamente. Rápidamente me levanto y me dirijo hasta ella.

-¡Julieta!

-Romeo...

Una vez llego a ella, le abrazo fuertemente, aspirando el olor de su pelo. Ella se retira un poco de mí, por lo que aprovecho por rozar mis labios con los suyos. Es increíble que desde los 9 años nos saludemos igual pero cada vez este roce signifique más para mí.



Le tomo de la cintura y le llevo hacia la barra. La camarera le mira mal, por lo que cada vez me gusta menos. Se acerca a mí. No me importa mucho, así que le saludo con un leve gesto de cabeza.



-Tomaremos una cerveza y...

Miro a Julieta. La verdad es que esta muy despistada hoy.

-Agua...

Hablando de nuevo a la camarera, termino el pedido.

-Y una botellita de agua.



Mientras la camarera lo prepara, Busco en mis bolsillos una moneda y la deposito en la mano de Julieta.

-¿Me invitas a una partida al futbolín?

Sí, me encantaba ser caballero con ella. La verdad, era hermoso ver como se sonrojaba por mis acciones.



Tomó lo que nos había traído la camarera y lo pagó, sin darle tiempo siquiera a Julieta a acercar sus manos al bolso. Aún tomándola de la cintura, la llevó hasta nuestro futbolín favorito al fondo del local, apartado de la multitud que empieza a entrar en la tierra de nadie.







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