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sábado, 5 de junio de 2010

Por la justicia, Novelas de Amor


Todos moriremos, alguna vez… Intento consolarme. Pero a pesar de saberlo, eso no quita, que la inminente aparición de la muerte asechándome, me asusté un poco. Lo bueno, o malo, depende de donde se lo mire, es que el instinto de supervivencia, que me dice que salga corriendo lo más rápido que pueda, es menor que el terrible deseo de venganza que corre por mis venas, un deseo de acabar con alguien que acaba de quitármelo todo… Absolutamente todo.



No puedo evitar mirar a mí alrededor, la imagen es desconsoladora, me produce un profundo dolor en el pecho… Dolor que intento ignorar, que sé que tengo que evitar… Ya que esa es la única forma de hacer lo que debo, sin distracciones.



Sangre, cadáveres, escombros, niños y mujeres gritando de forma desconsolada; fuego devorando de a poco, a los más prestigiosos edificios; el sonido de pistolas acabando con más y más vidas… Eso y más, todo lo que se puedan imaginar que produce caos en las sociedades, y que habita en las pesadillas de muchos.



Empiezo a caminar entre la catástrofe que acaba de a poco con mi ciudad natal, intentando no mirar a mi alrededor, esforzándome por no hundirme en el dolor de ver todo lo que apreciaba destruido, mientras siento como mis creencias y todo por lo que luchaba, se derrumba al igual que los edificios de mi alrededor.



¿Por qué? Porque soy un militar, alguien que creía ciegamente en la justicia, alguien que confiaba en que todo lo que hacía, era por una buena razón, que desde pequeño soñaba con ayudar de alguna manera a la sociedad. Ya de grande, creía que en la academia militar ayudaría a impartir justicia, pero no fue así…



Tal vez nunca perdí del todo esa inocencia infantil, ese deseo de creer que nuestra podrida sociedad tiene salvación, pero ahora me doy cuenta de que no es así, ahora que camino entre toda esta destrucción.



Cada vez que veo a un hombre desangrándose en una vereda, creo ver a mi hermano mayor; cada vez que escucho a una mujer llorando e intentando proteger a su hijo de los edificios derrumbándose, veo en ella a mi madre; eso me hace sentir peor, estas imágenes me están destruyendo.



Como miembro de lo que llaman “justicia”, obligatoriamente vi muertos y algo de destrucción en mi carrera, pero nunca de esta magnitud.

Igual, no hace falta que intente evitar, imaginar a mi familia muerta, porque eso ya lo viví y lo que tengo que hacer es intentar que las imágenes de ese suceso no me atormenten.



Ya vi a mi hermano mayor desangrándose de un tiro, ya escuche a mi madre llorar desesperadamente, al intentar proteger a mi hermano menor de las balas, el fuego y los derrumbes, y fracasar en el intento; ya tuve que presenciar como la luz de la vida se les escapaba de los ojos; eso ya me destruyo, pero creí que no podía sentirme peor de lo que ya me sentía…



Que no podía sentir más dolor del que ya me embargaba… Pero estaba equivocado, este caos si me hace sentir peor, las muertes de tantas personas y la destrucción de esta ciudad si me producen más dolor.

¿Cuál es el causante de esto? La lucha por la justicia, eso es lo que está produciendo esto.



El problema es que todos tenemos puntos de vista diferentes, y cada quien piensa cosas distintas sobre lo que es la justicia. La milicia intento tomar el control del país, los grupos rebeldes intentan evitarlo, los dos bandos creyendo que están luchando por la justicia, que están haciendo lo correcto.



El fuego y las balas, son producto de los militares que quieren acabar con los rebeldes, que en resumen son todos los que corren dispersos por las calles; y las explosiones son producto de los rebeldes que intentan destruir a los que mandan en esta ciudad, haciendo explotar los edificios más importantes. ¿No es irónico que todos ellos hagan esto en representación de la justicia?



¿Y yo que hago en medio de todo esto? Yo en este momento estoy entrando en una sala, donde sé que este alguien a quien yo admiraba, el representante de toda esta destrucción. Yo soy un militar, así que yo también estuve involucrado en todo esto, el sólo pensarlo me hace sentir asco de mí mismo, yo también soy el responsable de la perdida de tantas vidas, incluidas las de mi familia, por eso merezco morir con todos ellos.



Pero eso tiene una solución, porque ahora mismo estoy cometiendo lo que se podría calificar como un suicidio, ya que estoy a punto de asesinar a mi coronel, el responsable de esta idea tan descabellada; sé que cuando lo haga los militares que quedan a mi alrededor me asesinaran, pero no importa, porque sé que cuando muera la cabeza del cuerpo militar, el que ideo todo esto, todo este caos y destrucción se acabara, como dicen “muerto el perro, se acaba la rabia”.



Esta ciudad, el lugar que me vio nacer y crecer, podrá intentar volver a la normalidad, y yo me reuniré con mis seres amados, y esta tortura en la que se convirtió mi vida se acabara, aunque tal vez no pueda ver devuelta a mis seres queridos, ya que probablemente me valla al infierno… Pero no importa, lo único que deseo es que todo esto acabe.

Entre todo el lío de emociones que siento, una de las que predomina es el deseo de venganza.



¿Por qué? Porque la persona a la que me dispongo a matar, es alguien a quien yo conocía y admiraba, una persona a la que yo quería. Era mi ejemplo a seguir, por eso me siento profundamente traicionado, la imagen que tenía de él, se derrumbó como todo en lo que creía, además el también es el culpable de la muerte de mi familia.



Saco mi arma de mi cinturón y la preparo para disparar, pero la escondo detrás de mi espalda, mientras entro a la oficina en la que se encuentra.



Ahí está él, su oficina está completamente oscura, ya que este lugar, es como una base secreta desde donde él dirige todo este caos, por eso se mantiene en las sombras, y por eso este lugar aún no exploto por culpa los grupos rebeldes. Está mirando el caos de afuera por una ventana, al lado de un escritorio, que es el único mueble que hay en este pequeño lugar, desde donde maneja toda esta destrucción.



Él no me está mirando, así que saco mi arma y lo apunto con ella, en el centro del pecho, justo en el corazón, aunque él sea una persona sin corazón.



- Padre –le digo con una voz, que intento que suene fría y sin emociones, a pesar de todo el dolor y resentimiento que tengo.

- Hijo –dice él en un tono tranquilo, ya que aún no vio que lo estoy apuntando con un arma.



De pronto se da vuelta y veo con satisfacción como su imagen se contorsiona, al ver que lo estoy apuntando con un arma, dispuesto a matarlo.



- ¿Qué haces? –me pregunta de forma innecesaria, puesto que él ya debe saber lo que estoy haciendo.

- ¿No es obvio? –le respondo, cargando mi voz con todo el odio del que soy capaz.

- ¡Eres un traidor!

- ¡Yo soy un traidor! ¡Tú eres el maldito asesino! ¡Tú eres quien está a punto de destruir tu ciudad y tu país! ¡Tú eres quien dejo morir a su familia! –le grito mientras pierdo todo el control.



El sorprendentemente se ríe, de una manera macabra y plagada de locura, haciendo que mi odio aumente, si es posible.

- Sólo hago lo mejor para este lugar, voy a regir un nuevo orden, voy a devolverle la justicia –dice recuperando su tranquilidad, a pesar de que sigo apuntándolo con una pistola.



- ¡A esto le llamas justicia! ¡Estás loco! ¡Loco! Yo te detendré, acabaré con esto, al igual que con tu vida –en definitiva, había perdido el control.



- ¿Vas a asesinar a tu padre, tu progenitor? ¿Vas a derramar tu propia sangre? Y me llamas asesino.

- Te haré pagar por todo lo que hiciste, por tu culpa toda tu familia está muerta, no dudaré en apretar el gatillo y acabar con esta locura.

- No sabes lo que haces, este lugar está lleno de soldados que aún me son fieles, si me haces algo…

- ¿Me mataran? No me interesa morir, ya no tengo nada que perder.



Como un flash, vinieron a mi mente los recuerdos de mi infancia, de todas las cosas que hice con mi padre, de todo lo que me enseñó e hizo por mí, él es mi padre, mi sangre… Pero juré que nada me detendría, ya nada me importa, como sea lo asesinaré y acabaré con esto.



Una alarma que resuena por todo el lugar, me distrae de mis pensamientos, en la oficina debía haber alguna alarma, lo mire y me di cuenta de que estaba atrás de su escritorio, con su mano debajo de este, el muy maldito acciono una alarma, y ahora vendrían todos los que estaban a su servicio, para matarme…



Pero como le dije antes, ya nada me importa, sólo siento la necesidad de matarlo antes de que me maten a mí… Por el lugar se escuchó un disparo, que no se escuchaba bien por la alarma que sonaba de manera tan estruendosa. El hombre que me dio la vida, y que me la acababa de arruinar, cayó al suelo en un charco de sangre.



- Hijo… Yo sólo… hacia lo que creía mejor… Yo nunca quise que nada te pasara a ti, a tu madre y a tus hermanos… -susurro con esfuerzo, mientras agonizaba en el piso, unas lágrimas salieron de mis ojos sin que se lo permitiera después de todo él era mi padre, pero, eso no impidió que esbozara una sonrisa por haberlo logrado.



Apenas me di cuenta cuando un grupo de hombres armados entró corriendo a la oficina, y me apuntaba con sus armas. Ya nada importaba, todo se había acabado, la muerte del creador de esta tonta idea, aria que pensaran mejor en continuar con el plan, de tomar el control de la ciudad. Todo era por la justicia, una justicia en la que creía, otra de las razones por lo que hice esto, es por ayudar un poco a devolver la justicia, a la que había ayudado a aniquilar.



- Te veré en el infierno –pronuncio su última frase, podía ser, pero no me importaba.

Cuando vieron a su comandante serrar los ojos por última vez, se escucharon unos ocho disparos. Todos me dispararon a la misma vez, sin pensarlo dos veces.



Sentí un agudo dolor en mi pecho, cuando este era atravesado, al igual que un enorme ardor. Mi vista se empezó a nublar, a medida que la sangre corría, mis piernas me flaquearon y caí al suelo al lado de mí “querido” padre. El dolor me perforaba, cada segundo que pasaba era una tortura, la vida se me escapaba con la sangre que salía de las múltiples heridas, ya todo se acababa… Escupí un poco de sangre a la vez que sentía que me quedaba poco…



- Hermano, te estoy esperando –escuche la voz de mi hermano mayor llamándome, debía ser una broma, alucinaba en mis últimos instantes. Tal vez era mi imaginación, que quería escucharlo por última vez. En mi rostro apareció una sonrisa, a pesar de la agonía que estaba pasando.



Sentía como todo se iba sumiendo en las penumbras a la vez que todo se acababa… por fin me reuniría con mi familia… Todo se acababa… Y las penumbras por fin me rodeaban completamente, mi tortura acababa, y mi cuerpo y la flama de mi vida se apagaba…







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