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sábado, 5 de junio de 2010

El reinicio, Novelas de Amor


Había dejado de leerla, sabía que no era lo correcto pero tenía que ser así, la intranquilidad y emociones mezcladas que sentía al hacerlo, eran confusas y lo asustaban.



No era la primera vez que esto pasaba y él lo sabía mejor que nadie.



Era uno de esos caballeros a los cuales le gustaban las cartas sobre la mesa. El sabía que estar donde estaba no era un signo de enorgullecimiento ni hombría, ya que muchas veces su padre le advirtió que para ser hombre, no se necesitaba más que saber donde y cuando demostrarlo.



Pero el nunca había seguido su consejo, no del hombre que lo abandonó cuando mas lo necesitaba, al fin de cuentas una persona como él, poco importaba en un mundo como en el que vivía.



Pero aun así el recuerdo de lo que él había llamado hogar por más de 2 décadas, aun vivía en su memoria.



Como olvidar de donde había venido si cada vez que intentaba hacerlo, había alguien que se obstinaba en recordárselo, no fue fácil y ahora no lo era tampoco.



Todo había comenzado, cuando aun siendo un adolescente, sus padres se mudaron a esa gran y poderosa ciudad como muchos la llamaban.



El provenía de un país en el cual nunca imaginó, que las cosas fueran a cambiar tan radicalmente, “bueno es que en realidad él nunca hizo nada por evitarlo”, pensó con una fría sonrisa en su cara.



Había tratado de ser un buen chico, su padre se lo había advertido, pero cuando él lo abandono, las cosas no tenían ya demasiado sentido. Tuvo que aprender a vivir de lo que encontraba y no era fácil hacerlo, sabiendo que en cualquier momento podría morir.



No se quejaba de su destino ya que como él decía, cada cual se busca lo que cosecha, pero si le hubiese gustado estar un poco mas en ese lugar que todos llamaban cumbre.



Es que él había sido uno de los grandes jefes, y el estar ahora en cuatro paredes encerrado, no encajaba en absoluto con el mundo al cual se acostumbro.



¡Oh si había sido poderoso! Pero como dicen por ahí, todo lo que sube tiene que caer, y aun que el golpe fue duro, aun se alegra de que haya sido de esta manera y no de otra distinta.



Ya que trafico de drogas y asesinato, no era algo de lo cual poder escapar fácil, pero él siendo como era y con la conducta tan admirable que llevaba, le habían prometido sacarlo en un par de años "suspiro”.



No, no era nada fácil la vida allí adentro. Todos los días era testigo de la crueldad y violencia que ocurría a solo unos pasos de él.



Allí no había un rey o ninguna cumbre, tan solo la oportunidad de sobrevivir, y él había sido precavido al elegir sus pasos. El ya no era igual que antes, se había prometido seguir por el camino en el cual estaba ahora, ya que era el indicado y mas fácil, pero no podía.



Algo había cambiado y él lo sabía, cerró el pesado y antiguo libro que tenía entre las manos, y alzó la vista hacia el cielo... "Lo siento, sabes que lo he intentado, juro que así ha sido, pero ya no puedo mas, no ahora" y así como él mismo había jurado lealtad al todo poderoso, así se justificó, al fin y al cabo era un asesino, otra de sus frías sonrisas se dibujó en su demacrado rostro.



El no era un hombre compasivo, se podría decir que tenía cierta psicosis, y ahora que había despertado de aquella calma temporal en la cual estaba sumido…



Ahora era cuando había que temerle.



Dejó el libro en la gaveta de su mesilla, y salió al corredor, ya era otro, así lo supo cuando le vio, sabía que era él, porque nadie más tendría esa malévola e irónica sonrisa. Le miró por un momento como diciéndole: "Estás otra vez de mi lado" y una extraña mueca se le dibujó en el blanco rostro.



El aun seguía allí parado cuando le vio alejarse, con esa ropa blanca, y largo cabello negro, unas alas de ángel y luz celestial.



Pero no se dejaba engañar, él ya no pertenecía al lado de los buenos. El sabía muy bien el porque de la visita, y así lo supo cuando el ser doblo la esquina y con un rayo de luz y una ultima mirada penetrante, como diciendo "te atrapé" desapareció de su vista.



Y allí el quedó, pensando y tratando de idear un plan para poder llevar a cabo una, de tantas misiones que aun le faltaban por cumplir, al fin y al cabo ese era su trabajo. Ya no podía echarse atrás, por mas que quisiera era parte de él y estaba dispuesto a cumplir su tarea.



Limpiar este mundo de la escoria que en el habita. Ese fue su último pensamiento antes de volver a su celda, y allí quedar sumido en una callada y sumisa oscuridad. Era su reinicio.



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