a

Al que haya
pasado una noche
oscura...
¡ Fue tan grande
la verguenza que pase,
que desee morirme!
Ya no sabia quien era mi amigo y quien no lo era. Los que venian a
avisarme, tampoco demostraban mucha seguridad en mi inocencia.
Tenian dudas.
Mi nombre corrio de boca en boca, de un lugar a otro y de oido
a oido.
Me volvi el escarnio para quien hasta entonces me miraba con
cariño y respeto.
El que tenia alguna seguridad comenzo a dudar, porque los
detractores supieron pintar muy bien el cuadro con trazos y tintas muy
fuertes.
Asesinaron mi nombre, mi honra y mi intencion.
Tenia la seguridad de que en mi corazon y en mi cabeza no habia
maldad.
Y si no fuese maldad, entonces era imperdonable ingenuidad.
¡Pureza, nunca !
De eso no me creian capaz...
Y entonces privado de lo que me era mas importante: la credi-
bilidad, quise morir. No tenia interes de vivir para ser desacre-
ditado y difimado.
Entonces fue cuando dije:
Yo era feliz .
Ahora no se si lo soy.
Me salve por cinco amigos fieles:
Dios, que sabia la verdad.
Mi conciencia, que nunca habia sido malevola,
y tres amigos de verdad, que jamas dudaron de mi.
¡Volvi a sonreirle a la vida!
0 comentarios:
Publicar un comentario