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sábado, 5 de junio de 2010

Una barrera en tu corazón, Novelas de Amor



A pesar de tantas palabras y tantas oraciones que hay en mi cabeza y que he estructurado a lo largo de mi vida… no puedo poner todo claro en este momento.



Quiero decir haciendo y hacer diciendo, pero la verdad no se que va a pasar después de que ponga el punto final a esto que estoy escribiendo... en fin... aquí va...



Un día hace muchos años, muchos, estaban dos niños sentados en una colina.



Estaban sentados muy juntos, tomados de la mano, viendo hacia el horizonte. A lo lejos, un montón de sueños e ilusiones sin limites... todo ante sus ojos. En un instante, él le prometió a ella el mundo entero, solo faltaban algunos años... que mas da.



Ella se sintió como una princesa de un reino imaginario, pero que se rendía a sus pies. El sintió que podría cuidarla. Ella pensó que envejecerían juntos. Tal vez el pensó lo mismo.



A pesar del tiempo, la princesa nunca pudo olvidar este momento mágico. Quizás, el príncipe ya lo olvido.... pero ella no.



Cuando estos niños se volvieron adultos, tuvieron que luchar para ser grandes, para crecer.



Después de pelear con tantos dragones, monstruos y todo tipo de criaturas mitológicas, ellos se convirtieron en lo que querían ser. Pero cada quien por su lado. Sin verse. Sin tocarse siquiera, aunque sea un poquito.



La vida se encargó de encontrarlos otra vez.



Estos niños que ya no eran niños, sino príncipes de sus reinos, respectivamente.



Fue así como tuvieron la oportunidad de cumplir esos sueños que visualizaron, aquella tarde en la colina. Pero al final no supieron como. Se les fue de las manos.



La princesa estaba ocupada con asuntos de la realeza que ella consideraba importantes, como presentarse en sociedad, asistir a los bailes de otros reinos, acompañar a su padre a viajes en las aldeas cercanas y tomar sus clases de buenos modales y de costura.



El príncipe también era un hombre ocupado.



Su padre lo estaba entrenando para ser un gran guerrero, por si las cosas en el reino se ponían mal. También estaba encargado de otros asuntos como la política, el tiro al blanco, clases de esgrima, en fin, todo lo que puede formar a un gran líder.



Para la princesa todo parecía marchar bien. Tenía un hermoso castillo, vestía con las ropas mas finas, confeccionadas por los mejores costureros del reino y comía cuanto quería entre una gran cantidad de manjares.



La princesa tenía unos hermanos malvados que decidieron que la princesa era demasiado consentida. Fue así como crearon un plan malévolo para derrocar a su hermana y sacarla del castillo y de todas las comodidades en las que vivía.



La princesa muy triste y sola tuvo que irse lejos, a una pequeña choza de una de las sirvientas del castillo.



Ahí vivió un tiempo, acostumbrándose poco a poco a dormir sobre un montón de paja en un pequeño cuarto donde se colaba la humedad y los malos sentimientos.



Sentía un rencor terrible por aquella sangre de su sangre que la había traicionado, y se llenó por un tiempo de mucho odio, hasta que un día, mientras recolectaba los frutos de un árbol cercano a su nuevo hogar... lo vio.



Era el mismo niño que alguna vez le prometió el mundo y un poco mas.



Llegó tan galante en su caballo blanco, convertido casi en un guerrero, que ella quedó anonadada. Fiel a su recuerdo y a la espera de sus promesas, se hizo notar. El fue reconociéndola despacio, no era fácil, después de tantos años.



El príncipe comenzó a visitar a la ahora plebeya en su choza, cargada de pobreza y la hizo comprender que realmente la pobreza es un estado mental, se lleva en el corazón.



Gracias a él, ella volvió a ser noble y volvió a disfrutar de toda la riqueza del planeta que en esta ocasión no era material, sino espiritual. Compartieron horas, días y algunos meses más.



Al príncipe le gustaba mirarla dormir sobre su cama de paja y ella dormía con una sonrisa en los labios, cuando él la tomaba entre sus brazos y se perdían juntos en un sueño.



Por mucho tiempo, la princesa no vivió en la pobreza. El príncipe había llenado su vida con joyas invaluables, besos de zafiro, collares de abrazos, anillos de detalles, diamantes de palabras.



La princesa comenzó a ser parte activa de la aldea y también de su nuevo hogar.



Organizó un baile de campesinos para recabar fondos para construir una pequeña escuela y en sus ratos libres, ayudaba a los adultos que no sabían leer ni escribir.



El príncipe por su lado estuvo muy ocupado, tratando de construir el reino perfecto para ella. Era valiente, galante, seguro. Eran la pareja perfecta.



A muchos días de camino de donde se encontraba la pequeña choza de la princesa, vivía una bruja malvada.



Una mujer tan amargada y fea que todo lo que tocaba lo hacia desaparecer.



Si un pajarillo se acercaba a su morada, inmediatamente caía rígido al suelo. Con una mirada bastaba para que los habitantes cercanos cayeran víctimas de terribles enfermedades.



En una ocasión mirando su bola de cristal mágica, reconoció a la joven princesa y al príncipe.



Entonces sintió una gran desesperación y odio hacia ellos. La bruja decidió hacer un brebaje mágico con ojos de sapo, tarántulas, patas de saltamontes y sangre de cuervo para crear una fortaleza o barrera alrededor de sus corazones. Y lo consiguió.



La princesa fue hechizada, cegada por sus actividades. El príncipe fue cegado por reproches y malos entendidos y lo que parecía la pareja de ensueño se fue desmoronando.



Así era el hechizo, algo gradual... hasta que ella dejó solo al príncipe, muy en contra de su voluntad, y el príncipe dejó de sentir por ella todo lo que sintió alguna vez y su alma se fue dejando envenenar por la maldición de la bruja.



Dentro de sus corazones creció una barrera, pero la de él, fue mas grande y mas fuerte. De modo que se dejaron de disfrutar mutuamente.



Cuenta la leyenda que de algún modo ella descubrió a la bruja y trato de revertir el hechizo.



Ella lo logró. Logro quitarse la maldición, pero el problema era que su querido príncipe no podía librarse de ella. La princesa comprendió cuanto lo amaba y que esa tarde cuando eran niños y se prometieron el mundo, no era un juego.



Ella entendió por fin por qué sintió, lo que sintió al verlo fuera de su choza triste, en su caballo blanco. Supo que él la había rescatado de ella misma, de la prisión en la que vivió toda su vida.



Hasta ahora el príncipe sigue hechizado, con una barrera, una fortaleza, alrededor de su alma, de piedra y adobe, tan fuerte... que ella ya no se sabe si rogarle a Dios o al Diablo, porque su corazón esta tan roto y sus ojos tan secos de tanto llorar que tal vez enloquecerá.



A pesar de todo... la princesa cree firmemente que encontrara la manera de construir un puente hacia el corazón de su príncipe y que lo rescatará, porque ahora es el quien necesita ser rescatado…



Espero que te haya gustado esta historia y esta canción... Ahora... ellos, el príncipe y la princesa, serán los encargados de ponerle un final a esta historia... un “colorín colorado este cuento se ha acabado” o un “y vivieron felices para siempre”... solo el tiempo lo dirá... ¿no crees?








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