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sábado, 5 de junio de 2010

La araucaria, Novelas de Amor



Embargada por la desesperanza, juntando retazos de sus recuerdos, Inés caminaba hacia la playa, se detuvo de pronto, como si alguien se lo hubiese ordenado.



Estaba exaltada, miraba, buscaba, esperaba, ¿qué?, y de pronto esa ventanita, ella no quería mirar ni pensar, y sin embargo allí estaba, era la rendija por la que Inés, volvía al rincón escondido de su memoria.



Llegó al muelle, dejó sus hojotas muy juntas, y caminó descalza hacia la orilla, el agua lamía sus pies y la espuma marrón la acariciaba, el viento era suave, con aroma a sal, la envolvía, pegaba su vestido a su cuerpo tibio y dejaba entrar una mariposa a su estómago, giró como una niña feliz, hasta detenerse de cara al muelle, y vio sus hojotas, que como dos ojos sin rostro, la invitaban a volver, caminó hacia ellas lentamente, como postergando un retorno inevitable.



Entró por el monte de pinos, rumbo a su casa, y la vio, ella seguía allí, mas gorda, mas alta, pero resistiendo a los vientos y a los años, con el orgullo de ser, el toque femenino en ese bosque de pinos, la araucaria, no quería verla ni recordar, que en ella, hacía ya mucho tiempo, el había gravado, nos amamos, que apoyados sobre ese tronco, se besaron, el levantó su falda, acarició sus muslos firmes, Inés lo alejó suavemente...



No haremos el amor hasta que nos amemos... él tocó delicadamente sus labios y le dijo… cierra los ojos, y ella riendo, le rogó ¿Dime para qué? Solo ciérralos y dime si me amas, ella demoró la respuesta por pudor, y contestó, sí, te amo, pues quédate con los ojos cerrados, el gravó dentro de un corazón…



Inés y Juan se aman, la tomó de la mano y la llevó frente a su obra, ábrelos, y él haciéndola reír, se arrodilló, juntó sus manos y contestó, la amo mi alteza, los padres de Inés no estaban, y el le sugirió ir hasta su casa, hicieron el amor, ella tímida y callada, él, prometiéndole un mundo de sueños.



Hace treinta y cinco años, Inés espera a ese chico que juró amarla y sueña verlo llegar con sus diecinueve años llenos de promesas, para contarle, que ahora vive sola, que sus padres murieron, y que Juan ya puede quedarse en su casa.







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