tantos días en ti, por ti gastados;
queden, queden suspiros empleados,
bienes, Amor, por tuyos, ya queridos.
Mis ojos ya los dejo consumidos
y en sus lágrimas propias anegados;
mis sentidos, ¡oh Amor!, de ti usurpados
queden por tus injurias más sentidos.
Deja que sólo el pecho, cual rendido,
desnudo salga de tu esquivo fuego;
perdido quede, Amor, ya lo perdido:
¡Muévate -no podrá- crüel, mi ruego!
Más yo sé que te hubiera enternecido
si me vieras, Amor; mas eres ciego.
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